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Luisa Marcela, usuaria de la Biblioteca Arborizadora Alta / Foto: @Estemichael de BibloRed
Luisa Marcela, usuaria de la Biblioteca Arborizadora Alta / Foto: @Estemichael de BibloRed

Luisa Marcela: el rostro del Club de tejido que une saberes, historias y afectos en la Biblioteca Pública Arborizadora Alta

Lunes, Agosto 4, 2025 - 13:19
Cada jueves, un grupo de mujeres se reúnen en la biblioteca para tejer. Allí, Luisa Marcela Pérez, con hilos y palabras ha construido una red donde se entrelazan saberes y vínculos comunitarios.

Escrito por: Juan Camilo Useche
 

Luisa Marcela no es profesora ni tallerista. Es vecina del barrio, lectora habitual de la biblioteca y desde hace un año, lidera de manera voluntaria el Club de tejido de la Biblioteca Pública Arborizadora Alta: un espacio de encuentro entre mujeres que, sin importar la edad, tejen conocimientos, historias de vida y afectos.

Yo me imaginaba a los 40 como una señora amargada, sola y sin sueños”, dice entre risas. Pero lo que le ha pasado en los últimos años ha sido justo lo contrario, su vida se ha llenado de proyectos, tejidos compartidos y de encuentros con mujeres a las que admira, acompaña y de las que también aprende.

Luisa conoció el tejido hace un año, en un curso del CDC Arborizadora Alta. “Cuando el curso terminó, nos quedó sonando la idea de seguir reuniéndonos. Luisa habló con la coordinadora de la biblioteca, y nos abrieron un espacio. Desde entonces, todos los jueves a las 9:00 a. m. venimos a tejer”, cuenta Elizabeth Pérez, hermana de Luisa y una de las participantes del grupo.

El grupo no tiene jerarquías, ni se imparten clases formales. Las integrantes llegan con sus proyectos personales —medias, amigurumis, bufandas o vestidos— y entre todas se apoyan. “No somos un taller, ni un curso. Somos un grupo que se reúne por amor al tejido y al encuentro”, explica Luisa Marcela, y añade: “Yo llegué a la biblioteca con una propuesta muy sencilla: un espacio para tejer”.

Una sabe una cosa, la otra sabe otra, y todas nos vamos explicando”, dice Beatriz Salcedo, participante de 68 años, quien ya ha tejido dos vestidos y varias salidas de baño en el grupo.

Luisa no solo enseña puntos y técnicas, su forma de enseñar es también una forma de cuidar. Así lo expresa su hermana, quien resalta la paciencia y el gusto por enseñar que refleja Luisa: “Hace que este espacio se sienta cálido, seguro y valioso”.
 

Luisa Marcela, usuaria de la Biblioteca Arborizadora Alta / Foto: @Estemichael de BibloRed

Tejer para resistir: el rol de la biblioteca como espacio de cuidado

Más allá del tejido, este club es un lugar de escucha, contención emocional y valorización de los saberes tradicionales, muchos de ellos transmitidos por mujeres mayores.

Tejer se ha convertido en un proceso de sanación para todas las participantes: una manera de acompañarse y fortalecerse. 

“Yo soy muy sensible”, expresa Luisa Marcela. “A veces siento que no encajo, que estoy rota en muchos aspectos. Pero acá me siento útil, querida y reconocida”.

Lo que Luisa ha construido trasciende el ejercicio del tejido, ha creado un espacio donde mujeres de distintas generaciones se acompañan, se enseñan entre ellas y comparten sus historias de vida. Hay mujeres mayores que llevan décadas tejiendo y jóvenes que apenas comienzan. Hay risas, consejos, relatos personales y un profundo sentido de comunidad.

Este tipo de iniciativas nacidas desde el deseo genuino de compartir, reflejan la naturaleza de las bibliotecas públicas de BibloRed: reconocer el valor de los saberes tradicionales, fortalecer el rol activo de las mujeres en la cultura comunitaria y crear lugares donde todas puedan encontrarse desde la dignidad y el afecto, construyendo espacios de sororidad y cocreación.

“Este tipo de espacios también sacan a muchas mujeres de la rutina de la casa, del trabajo, y las ayudan a relajarse, a compartir y a cuidarse entre ellas”, opina Elizabeth Ariza, otra de las participantes.

Un lugar que abre sus puertas a los sueños de la comunidad

La Biblioteca Pública Arborizadora Alta ha sido clave para que el club exista y se mantenga, abrió las puertas y brindó el espacio donde todo pudo comenzar. “Yo vine acá cuando tenía siete años, a estudiar música. Hoy sigo viniendo, pero para tejer con otras mujeres del barrio. Aquí han cabido los sueños de muchas personas”, recuerda Luisa.

Gracias al liderazgo de Luisa y el apoyo de la biblioteca, el club se ha sostenido por más de un año con voluntad, cuidado y vocación comunitaria, logrando un profundo impacto en su territorio.

Hoy, el club sigue creciendo. Las participantes comparten patrones, consejos y mensajes por WhatsApp. Se acompañan en los retos de la vida, celebran sus avances y se reconocen mutuamente como parte de un proceso colectivo que las enriquece, las sostiene y las hace sentir parte de algo más grande, reafirmando el valor de estos lugares comunitarios como entornos seguros, incluyentes y transformadores.

“Yo vine a enseñar a tejer, pero lo que me he llevado es mucho más grande: una familia de mujeres que me abrazan con su experiencia y su cariño”, concluye Luisa.

Disfruta AQUÍ nuestro Fotorreportaje de la Biblioteca Pública Arborizadora Alta
 

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