Nombrar, describir, definir e incluso enumerar emociones y sentimientos siempre resultará insuficiente para entender la complejidad de la mente de un individuo.

El arte sin embargo nos facilita este proceso; nos permite un lenguaje distinto, un contacto íntimo, una aproximación inconsciente, ofrece un momento y un espacio para reflexionar acerca de la condición humana, para ponernos en el lugar de otros, para distanciarnos de visiones particulares y acercarnos a las ajenas.

Esta exposición es una apuesta por una mirada distinta, lejana de la carencia y de la limitación y plena de posibilidades e imaginación. Es una oportunidad para vernos en el espejo de las emociones del otro; para desentrañar a la persona que está allí, más allá de cualquier condición sanitaria o social. Es una invitación para el reconocimiento y la legitimación.