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Voces de familia

Voces de familia

Viernes, Mayo 1, 2020 - 17:29
Con el nuevo programa de las bibliotecas público escolares de Pasquilla y Sumapaz, los campesinos bogotanos usan el poder de la voz para compartir lecturas a kilómetros de distancia
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Voces de Familia: Invitación
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Voces de Familia: Sopa de Ratón
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Empezó como una idea sencilla, leerle a otros. Nada muy diferente ni revolucionario a lo que pasa normalmente en un actividad en la biblioteca donde nos sentamos a escuchar, leer y hablar de lo leído. Por el aislamiento, y con el propósito de compartir algo con los demás, entre funcionarios empezaron a aparecer lecturas en audios de Whatsapp. Poemas, fragmentos de ensayos o novelas y cuentos, cada quien elegía según sus gustos y personalidad. Unos leyendo rápido, con el ruido del hogar de fondo, o escondidos en el armario para que solo se escucharan sus palabras.

En los audios, la voz, ese instrumento fundamental para la promoción de lectura, no era un grito para sobresalir en el ambiente o un fragmento interrumpido por una pregunta sobre lo leído, era solo intención, palabras para compartir con otros desde la distancia, de hogar a hogar.

Eso que empezó como una propuesta entre compañeros de trabajo se convirtió en proyecto: Voces de familia, una idea para un grupo específico que no puede acceder tan fácilmente a la cercanía que da el Internet, a los Cafés literarios por Youtube, las clases de yoga, artes plásticas o talleres de escritura por videollamada. Una oferta para la ruralidad de Bogotá, los usuarios las bibliotecas público escolares de Sumapaz y Pasquilla. 

Sea por el parlante en Pasquilla o directamente por Whatsapp en un horario específico, los campesinos que frecuentan las dos bibliotecas empezaron a escuchar lecturas, recomendaciones literarias, retos para distraerse, adivinanzas y más. Las lecturas, que son en la tarde, van acompañadas de llamadas en la mañana, la voz que leía y hablaba en la biblioteca también pregunta, respalda y acompaña en la distancia.

La primera semana solo escuchaban a los funcionarios, en la segunda empezaron a leer, grabarse y escucharse a sí mismos, sus vecinos y a otros campesinos. Muchas veces la lectura en voz alta es algo que quedó en los días de colegio o para los padres que quieren calmar a sus hijos, pero la voz, ese vehículo de la palabra hablada, ha sido uno de los principales transmisores de la historia. Y suele venir acompañada de la escucha, de regalarle el tiempo a otro.

Cuando se lee en voz alta, la lectura seduce con el sonido de la voz, el ritmo del lenguaje, los retos de la pronunciación en medio de una nueva belleza que ahora implica un sentido nuevo.

Niños, adultos, jóvenes y familias campesinas están leyendo en sus casas para compartir con la biblioteca y otros campesinos experimentando esa libertad que viene con usar la voz para contar las palabras escritas por otros. Esa belleza de leerle a otros.