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Cecília Meireles

Cecília Meireles, entre la poesía tradicional y vanguardista

Viernes, Agosto 4, 2023 - 18:04
Continuando con la exploración de la literatura escrita por mujeres de América Latina en el Siglo XX, llega el quinto episodio de Poesía Para La Vida con nuestra protagonista, la brasileña Cecília Meireles

Poesía para la vida, uno de los podcast de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, llega a su quinto episodio donde la escritura femenina del Siglo XX es representada por la poeta, docente y escritora brasileña Cecilia Meireles con su poema “Prisión”

Transcripción

Créditos

Invitadas: Angie Garzón, Aprendiz de artesana y mediadora de programación de la Biblioteca Pública Manuel Zapata Olivella en Tintal y Ana Cecilia Calle, Docente, productora de audio documental y editora de Impar Editores

Investigación: Juan Afanador, del equipo de programación cultural.

Locución: Ana María Reyes, del equipo de programación cultural de BibloRed.

Producción y edición y publicación: David Fernando Rocha, productor de audio y podcaster de BibloRed.

Dirección: Isabel Salas, líder del equipo de comunicaciones de BibloRed, y David Fernando Rocha, productor de audio y podcaster de BibloRed.
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Cabezote: Este es un podcast de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed.

Juan: Bienvenidas y Bienvenidos a este Pódcast Poesía para la Vida. Aquí creemos que la poesía está más cerca de lo que pensamos, y que no tenemos que ser personas expertas para poder disfrutarla. Leer es simplemente poner atención.

Ana María: Hola, Bienvenidas y bienvenidos a este capítulo de poesía para la vida. Como ustedes ya saben esta temporada del podcast está dedicada a recorrer de manera más o menos cronológica, desviándonos por aquí por allá, la poesía escrita por mujeres en el siglo XX en América Latina. hoy vamos a Brasil junto a una de las poetas más importantes de este país. Vamos a detener la mirada en Cecilia Meireles. Para leer su poesía hoy estamos muy bien acompañadas y felices porque tenemos a Angie Garzón y Ana Cecilia calle como invitadas.

Angie es mujer, aprendiz de artesana y mediadora de programación de la Biblioteca Pública Manuel Zapata Olivella El Tintal y Ana Cecilia es profesora, productora de audio documental y una de las editoras de Impar Editores, una editorial independiente colombiana que publica poesía y que cree en la literatura diversa y divergente. Bienvenidas y muchas gracias por estar aquí.

Angie: Gracias a ti por invitarme, estoy muy feliz de estar acá.

Ana Cecilia: Yo también muchas gracias.

Ana María: La premisa de este podcast, como ya saben, es que la poesía está en la vida, no? Está en todas partes, nos rodea, nos atraviesa, está cerca, nos respira en la nuca y no hay mejor manera de acercar la poesía que desmenuzándola como a través de poemas puntuales. Hoy vamos a leer el poema” Prisión” que forma parte de los poemas dispersos de Cecilia Meireles y que fue publicado por primera vez en 1963 en “La Poesía Completa de Cecilia Mireles”, un libro organizado por Darcy Damasceno. Pero antes de leer el poema, vamos a dar un cortísimo contexto sobre Cecilia Mireles para que ustedes nuestros oyentes puedan saber un poquito más sobre su vida.

Si bien, fue contemporánea de la segunda generación del modernismo en Brasil, el movimiento que correspondería la vanguardia, en ese país se mantuvo cercana al parnasianismo y al simbolismo. Sin embargo, como lo recuerdan los escritores argentinos María Negroni, Silvia Bonzoni y Santiago Kovadloff, Cecilia Mireles es una bisagra fundamental entre la tradición y la vanguardia en Brasil, pues sin dejar de buscar un rigor técnico más tradicional y una cierta forma de trascendencia, exploró las dificultades y contradicciones de la vida contemporánea.

Cecilia Mireles fue profesora, columnista, autora de literatura infantil y fundó la primera biblioteca infantil de Brasil. Escribió crónicas, artículos periodísticos, escribió el ensayo expresión femenina en la poesía de América, donde reivindica la poesía escrita por mujeres en el continente, y escribió más de 10 libros de poesía. El primero de sus libros, “Espectros”, fue publicado en 1919 y el último “Solombra” en 1963.

La poesía de Meireles está atravesada por los viajes, por una espiritualidad desamparada y en ocasiones por preguntas incisivas acerca del lugar de las mujeres en la sociedad.

A continuación, escucharemos en voz de Ana Cecilia el poema “Prisión”, publicado póstumamente en 1963 y traducido al español por el Eloísa Costa Milton, hace 20 años en el 2003. Recuerden que pueden encontrar el poema en la descripción de este episodio.

Ana Cecilia: Prisión

En esta ciudad
cuatro mujeres están en la cárcel.


Cuatro solamente.

Una en la celda que da al río,
otra en la celda que da al monte,
otra en la celda que da a la iglesia
y la última en la del cementerio
allá abajo.

Cuatro solamente.

Cuarenta mujeres en otra ciudad,
cuarenta, por lo menos,
están en la cárcel.

Diez vueltas hacia las espumas,
diez hacia la movediza luna,
diez hacia piedras sin respuesta,
diez hacia engañosos espejos.

En celdas de aire, de agua, de vidrio
están presas cuarenta mujeres,
cuarenta por lo menos, en aquella ciudad. 

Cuatrocientas mujeres,
cuatrocientos, digo, están presas:
cien por odio, cien por amor,
cien por orgullo, cien por desprecio
en celdas de hierro, en celdas de fuego,
en celdas sin hierro ni fuego, solamente
de dolor y silencio,
cuatrocientas mujeres, en otra ciudad,
cuatrocientas, digo, están presas.

Cuatro mil mujeres, en la cárcel,
y cuatro millones – y ya no llevo la cuenta,
en ciudades que no se dicen,
en lugares que nadie sabe,
están presas, lo están para siempre
– sin ventana, sin esperanza,
unas vueltas hacia el presente,
otras hacia el pasado, y las otras
hacia el futuro, y el resto – el resto,
sin futuro, pasado o presente,
presas en la prisión giratoria,
presas en el delirio, en la sombra,
presas por otros y por sí mismas,
tan presas que nadie las suelta,
ni el rojizo gallo del sol
tampoco la golondrina azul de la luna
pueden llevar cualquier recado
a la prisión por donde las mujeres
se convierten en sal y muro.

Ana María: Lo primero que me gustaría hacer con ustedes, y aprovechando que este es un Podcast un poquito más libre, es preguntarles su opinión frente al poema. Como Qué sienten, qué piensan, como qué imágenes tienen en la cabeza en este momento. Yo no conocía a Cecilia, bueno este poema me deja un montón de imágenes pero ustedes tienen la palabra

Angie: bueno pues la primera imagen que me dio, tampoco la conocía, pero la primera que me dio, en una primera lectura, fue como todas esas cárceles o todas esas prisiones, incluso imaginarias, que llegamos a tener y que llegamos a tener como mujeres. Entonces, sobre todo después leyendo la biografía de ella, ver que en ese momento como en esa época también ella se sentía como tan presa de muchas cosas y pues es como ahora también nosotras en muchas situaciones. Entonces esa fue como la primera imagen que me dio a ella leerla.

Ana Cecilia: Si no, yo también como por el mismo lado, bueno el poema se llama prisión, no? Entonces y empieza con un verbo súper activo ¿no? Están, están aquí, no empieza en un “aquí” después de un “aquí”, se va como para un “allá”, pero como que la sensación que yo tuve al principio era como estar yo también, como de ser yo también metida en una prisión o sentir esa sensación de encierro en como que es la primera invitación del poema es a quedarse a meterse en esa prisión también.

Ana María: Pero, pero también la primera vez que lo leí, sentía que era como un poema antipunitivista, como una cosa, como ¿qué piensan sobre ese poema? ¿hacia dónde nos lleva Cecilia con ese poema?

Angie: Yo en principio creo que, justamente creo que no quiere que vayamos a ningún lado. Siento que el objetivo tal vez es como ver en dónde justamente nos estamos quedando o tal vez que podamos ver que pues que, detrás de todo esto que ya expresa y de esas diferentes posibilidades de encierro, pareciera ser que que no encontraba nada. O sea, yo cuando lo leía tal vez pensaba que al final como ese estilo de Moraleja al final de la historia de pronto podía salir, no? Pero incluso el ya la última estrofa, seguía, seguía uno estando ahí encerrado. Entonces siento que no sé como que lo que muestras como como una apertura, como o todas las posibilidades de dónde puedes estar encerrada en un mismo lugar tal vez, pero no que me lleve como a algo fuera de allí

Ana María: Te deja como quieta en un lugar, sí? tal vez.

Ana Cecilia: Pues no sé, como que cuando lo empecé a leer, hay como una serie de marcas en ese texto que son como tiene es un poema que tiene mucha repetición y es muy sonoro, no? Entonces también hay como un ejercicio de, tiene un ejercicio de ritmo con números, no? Entonces empieza a decir cuatro, no? cuatro entonces yo pensaba cuatro cuatro qué, son cuatro mujeres, pero son, qué serán, cuatro, dos y dos son cuatro, serían dos parejas, cuatro qué son, los puntos cardinales y ahí en el inicio del poema pone a las mujeres en celdas, no? hay una celda que da el río, una al monte, una a la iglesia y una al cementerio entonces yo pensaba como bueno, el río el agua, el monte la tierra, la Iglesia la fe, el cementerio a la muerte, son cuatro, ¿cuatro puntos cardinales? o sea, como tiene como una voluntad de encerrarlo a uno, pero también como de organizarle a uno como un espacio, no? Y dice 4 solamente y después te dicen, no, cuatro no, 40.

Entonces, claro, un poco eso como que no lo lleva uno a ningún lado, pero es como un ejercicio de como de amplificación son cuatro, cuarenta, cuatrocientas, cuatro mil, cuatro millones, entonces somos todas. Quiénes son esas cuatro mujeres, solamente no? que va un poco a esto que que allí decía de las de la como de la prisión de las mujeres y como que esa sensación tenía yo también con como con el ejercicio de incluso, leyéndolo, parece que la palabra los números aparecen como 12 12 veces repetidos, no, entonces es te da como tiene una voluntad objetiva de decirte hay cuatro, hay cuarenta, hay cuarenta mil, hay 4 millones de mujeres en celdas y uno dice, pero qué es esto, indignación y es las celdas son de aire las celdas, son no son ni de aire ni de fuego, ni de nada. Las mujeres están encerradas en sí mismas, pero también están encerradas. Entonces claro, te está dando como todas las posibilidades y al mismo tiempo te dice es una cosa súper objetiva. Son cuatro, pero son números, te estoy dando datos y después te los deshace. Y un poco, se queda al final uno con la sensación de bueno, pero entonces este encierro ¿qué es?

Ana María: Yo, cuando yo hablaba con Juan que siempre nos acompaña desde el banquillo, él me decía que pensaba como en matrioskas. Como que iban saliendo iban saliendo iban saliendo. Yo les quería hacer una pregunta, que es una pregunta rara como que cuando yo empecé a leer.

Eran cuatro, no? Y en las cuatro yo sentía que yo no estaba en las 4. Luego fueron 40, en las cuarenta yo no me sentía que yo estaba. Luego en las 400 tampoco, pero en las 4000 yo ya lo sentía personal, saben? como que yo ya sentía que yo ya estaba en las 4000. A ustedes les pasó, sienten que están en algún número de esos números

Angie: sí, un poco sí, no de hecho de hecho el inicio cuando dice solo cuatro yo dentro de mí decía, ¿necesitas más? ya tienes cuatro, claro, ¿la quinta sería yo?, pero no, o sea, dice como cuatro y va en aumento, pero me pasa lo mismo, de pronto porque esas primeras esos primeros versos te ubican en un espacio físico. Entonces uno tal vez, tal vez, uno no se ve encerrado, no sé, dentro de una prisión en una primer lectura, de pronto mirando hacia el monte, o no se acerca al río, sí? incluso esta última que dice que en el cementerio uno se imagina muchas cosas no?, encerrado en el cementerio, de qué forma, pero más adelante si empieza a nombrar una serie de emociones y de acciones en las que uno si tal vez se ve allí, pero si yo me devuelvo y tal vez si esa emoción está dentro de una iglesia o si tal vez esa casa quedaba cerca del río y estaba encerrada, no sé, dentro de su propia cotidianidad dentro de su propia familia, no sé y todas esas emociones estaban allí entonces empecé yo a verme reflejada. Como que va pequeño, luego aumento, luego más aumento, pero luego pareciera que no se devuelve y se da cuenta que tal vez si pudo no estar encerrado en esos primeros versos también.

Ana Cecilia: Sí, sí, de acuerdo ahora como pensando el el como esas celdas del encierro también cómo que son no un poco esta sensación de que al principio si sabemos como esa materialidad y a medida que van siendo más mujeres, pues y aumenta el dato, desciende la certeza, no? Entonces y también es como están las dos primeras estrofas, te dice como una en la celda del río, el monte, la Iglesia el cementerio que ya lo hablamos y después esas 40 mujeres te las dividen 10 10 10 y 10 y esas 10 están como ya relacionadas como con el paisaje. Espumas, la piedra de la que tú hablabas, los espejos y dice de que las las celdas son de aire, de viento, y yo pensaba con cierta intensidad cualquier elemento natural, puede ser una celda, no? Qué es, digamos, al sentirme yo también parte de esas como a partir de las 400 ya decía pues entonces vamos a hacer todas, no?

Qué es lo que hace una celda? Sí, que qué en qué momento uno o una se empieza a sentir encerrada, no? O aprisionada por cosas que pasan en este tercer, en la tercera estrofa que son cosas que están relacionadas con los sentimientos, no uno puede estar en una prisión por amor, por odio, por rencor, entonces claro que constituye la sensación de encierro y por qué se puede uno meter en la prisión? Por qué puede uno terminar o juzgado o en prisión? No? Y ahí yo decía, pues claro, todos hemos mejor dicho, hecho bobadas por rencor y eso es una celda y en el o por amor, y en eso estamos todas y todos.

Ana María: Yo pensaba, y esa era mi siguiente pregunta, como con respecto a la diferencia en los materiales, que ya ustedes dos lo mencionaban. Aunque el principio al principio las cosas son físicas y son duras y las entendemos y luego se empiezan a convertir, no sé si en cosas poéticas o en cosas absurdas dependiendo, yo creo, que como del nivel del encierro. Entonces el principio del río, el cementerio, el monte y luego las movedizas lunas, que es un poco eso el paso del tiempo como los espejos engañosos.

Es como, no sé, qué puede hacer el el qué hace el encierro para que los espejos sean engañosos en piedras sin respuesta y así continúa como todo el tiempo que lo que lo que pensaba es era eso, es un elemento poético o es un elemento que nos habla de otra cosa, como eso de un absurdo o de una paranoia, o que nos habla del tiempo, como que sienten que hay en ese desdibujamiento, que yo siento que los objetos dejan de ser una cosa sólida y se convierten en, sí, están más en el aire. Qué piensan como de ese cambio, pues que tal vez nos lleva, pues como a desfigurar ese número un poquito, no? Ya no son las celdas sólidas, sino otro tipo de celdas, pero que qué piensan ustedes.

Angie: La primera la primera estrofa te muestra que hay mujeres en la cárcel. Yo a veces divago un montón cuando leo poesía, así que voy a decir lo que digan en esta segunda así como como se vino y en esta segunda siento que ya eran como una razón o al menos las ubican en un lugar, como si estuvieran teniendo una acción Entonces yo pensaba un poco en La Movediza Luna como, como ese alguien con el que tú hablas porque no tienes con quién más transmitir algo sí? y te pones a meditar, a charlar con la luna, pero tampoco tienes una respuesta. Entonces como que se vuelve una constante al no tener con quién locutar, eso que tal vez te esté pasando, no? Entonces se vuelve algo que también se queda ahí. Lo mismo piedras sin respuestas, o sea, se me se me hace a mi. Era como muy similares para mí el uno al otro, pero el más duro para mí tal vez fue el tema de engañosos espejos, porque esas otra cárcel en la que estamos todos y todas creo yo, y es como esa imagen que tú quieres que el espejo te refleje, pero basada en otros espejos que no son los tuyos, entonces se vuelve esa tortura constante de mirarte sí?, y ese encierro. Incluso alguna vez veía una peli en la que allí rompían todos los espejos, porque esa era eso era lo que más torturaba la gente de la casa verse como esas diferencias que tenían a los que vivían en esa ciudad, entonces para mí ese verso de 10 hacía engañosos me parece que es como pues la estética y reflejada, no? Y esa obligación que a veces uno tiene o que uno se exige querer ver en el espejo algo, que pues definitivamente no va a estar. Otra cosa que quería anotar de ahí es que habla de celdas de aire, de agua, de vidrio, al parecer celdas muy frágiles, pero pues siguen estando, o sea, no son frágiles de hecho del todo porque no las pueden romper, no? Ahí era donde yo les decía que esperaba que en el siguiente verso dijera como "y las rompen estas mujeres presas" pero no las rompen, siguen estando ahí a pesar de que son tan frágiles los materiales que nombran ahí, o sea, aire, agua, vidrio, pero sigues dentro y todos también son transparentes al parecer, no? O sea, como que puedes ver, pero no puedes traspasarlo

Ana María: y todos te pueden ver también

Angie: Todos te pueden ver, tal vez, si. Claro.

Ana Cecilia: y también como las mujeres están, pues la traducción dice, ¿no? vueltas hacia, o sea, las mujeres están marcando un como una dirección hacia, están encerradas pero miran hacia un lugar, ¿no? Entonces hay una intención de esos cuerpos. Están volcadas hacia el espejo la piedra sin respuesta que puede ser, digamos como las preguntas que uno le hace al mundo y el mundo no te responde, ¿no?

Entonces también hay como, digamos, como estos elementos de cierto, tratamiento de cierta, poesía que le pregunta al mundo natural le exige al mundo natural una respuesta y un poco lo que tenemos aquí, pues siento yo no sé es como esa esa tradición volcada como hacia lo negativo no es como este este espacio natural que te devuelve pura bruma, entonces como estaba pensando yo este poeta colombiano que se llama Fernando Charry Lara tiene unos poemas muy bonitos en los que hay como unas manos que mandan la mano para alcanzar algo y que se desvanece, ¿no? siempre se está desvaneciendo y entonces digamos esos yo poéticos o sus personajes de sus poemas sufren un montón porque es que no, no alcanzan, no agarran la como esa esencia del mundo, ¿no?

No me acuerdo quién era el que decía que había tomado dos tipos de poesía: una en la que uno mordía la manzana y la manzana le chorreaba así wow, o el mango y el mango es el jugo se le escurría por la boca; y otra tipo de poesía en la que no mordía la manzana y la manzana se le desaparecía. Entonces yo siento que la Meireles estaba como apelando a esa manzana que se desaparece y haciéndole a uno sentir como es un poema que es bastante negativo no como que insiste en en eso en el sin en el presas sin ventanas sin esperanza te insiste mucho digamos rítmicamente esas te te aparecen esas palabras una y otra vez para que se le queden a uno como esto es imposible.

Esto es imposible y ese mundo natural tampoco pues justamente lo que decías se dice, ay, hay hay una celda, pero esa celda es de vidrio, pero entonces por qué no la rompes no? Porque esa materialidad tampoco es esa, no? Entonces ahí como un una expectativa de la cosa que la cosa no te cumple en el poema y uno está como todo el tiempo midiendo, no como sintiendo bueno y entonces qué es lo que va a pasar? No va a pasar nada

Descarga y escucha este episodio haciendo clic aquí

Elementos como la espiritualidad del ser humano y el cuestionamiento sobre el lugar de la mujer en la sociedad son algunos de los componentes que Meireles incluye dentro de su obra. Meireles es considerada por muchos literatos como una de las poetas más importantes del siglo XX en Brasil. Es una poeta inmensamente interesante cuya obra plantea un puente entre la tradición y la vanguardia brasileña durante su época.

Angie Garzón, mediadora de programación de la Biblioteca Pública Manuel Zapata Olivella - El Tintal, y Ana Cecilia Calle, docente y editora de “Himpar editores”, son las encargadas de analizar a profundidad, junto con Ana María Reyes, del equipo de programación cultural de BibloRed, el poema “Prisión” de Cecília Meireles que fue publicado póstumamente en 1963.

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