 
Recetario para la vida: cuando la lectura y el tejido se encuentran en la Plaza de Mercado de la Perseverancia
Historia y fotos: Daniela Monsalve M.
 
En las plazas de mercado habita la memoria y la resistencia; la tradición, la soberanía alimentaria y los saberes con sus aromas, formas y colores. Al mismo tiempo, estos espacios se transforman y dan cabida a nuevas formas de construir comunidad.
Como alguna vez escribió -e hizo canción-, la compositora mexicana, Laura Murcia "La costura es lo primero en un mundo que se hace pedazos", en la Plaza de Mercado de La Perseverancia, está costura empezó a gestarse a través de la lectura.
Desde hace dos años, María Alejandra Espitia, Mediadora Territorial del Paradero Paralibros Paraparques La Independencia, llevó a la plaza, una extensión de lectura que con el tiempo se ha convertido en una cita cada miércoles a las 3:00 p. m. Hoy, un grupo de mujeres entrelaza la lectura, la oralidad y el tejido para dar forma a un espacio seguro en el que comparten, aprenden y crean.
El proceso con el grupo se consolidó hace un año con la propuesta “Viajando por Colombia”, a través de una serie de lecturas sobre las regiones del país; sus participantes se sumergieron por autores locales, tradiciones orales, costumbres y culturas, acompañadas de recursos de la Biblioteca Digital de Bogotá y audiovisuales.
Este proceso fue detonante para que, en el primer semestre de este año, empezaran a explorar algunas creaciones a partir de sus saberes y experiencias, fue así como llegó a esta sala de lectura "El Recetario para la vida".
 

Teniendo en cuenta que sus participantes son mujeres que habitan el barrio, para enriquecer el proceso de escucha y de compartir que integra este recetario, algunas de las lecturas elegidas fueron La Perseverancia de Juan Salazar y La Perseverancia: barrio obrero de Bogotá, de Liliana Ruiz Gutiérrez y Esteban Cruz Niño. Estas lecturas han inspirado a las participantes a contar sus propias historias, reconociéndose en la memoria colectiva de la zona.

“He aprendido mucho de ellas: sus saberes, la paciencia, su forma de llevar la vida. Siento que más que un grupo de lectura nos hemos conformado como un grupo de amistad, hemos encontrado complicidad”, asegura María Alejandra, Mediadora Territorial.
En este club de lectura y tejido, muchas lecturas en voz alta han resonado, algunas usuarias recuerdan con aprecio cuentos ilustrados como "Combitá" y "Se va el caimán", respecto a estos, Gladys Gómez participante del espacio, menciona: "El venir a leer estos cuentos ilustrados, me hace regresar el tiempo y querer vivir mi infancia como la debí vivir, de alguna manera sano esa etapa aquí".
 

Foto: Gladys Gómez
Con el tiempo, el tejido se convirtió en un complemento natural de la lectura. Así, mientras los miércoles en la tarde leen, comparten alimentos y reflexionan sobre los textos, sus manos comienzan a tejer monederos, llaveros, bolsos, bambas, separadores de libros, apliques de mariposas, gatos y otros diseños. Algunas de ellas incluso han pensado en transformar esta práctica en un emprendimiento.
 


"Acá todas sabemos un poco de tejido. Yo enseño algo, la compañera otra cosa, la profesora otra, y así vamos creando diferentes proyectos. Para mí, este proceso significa tranquilidad, y lo que más me agrada es que somos un grupo muy unido”, comenta Consuelo Malaver, habitante del barrio y participante desde hace año y medio.
 

Foto: Consuelo Malaver
"Yo no sabía mucho de tejido, pero me animé a aprender. He hecho diferentes productos y este proceso ha significado muchas cosas bonitas: olvidarme de los problemas, salir de la monotonía… ha sido muy enriquecedor”, expresa Ana Calvo, quien asiste junto a su madre desde hace más de un año.
 

Foto: Ana Calvo
Para este segundo semestre, el sueño es avanzar hacia la construcción de un trabajo colectivo más grande, que siga uniendo palabras, hilos y afectos. La sala de lectura de la Plaza de la Perseverancia se ha convertido en el escenario de encuentro intergeneracional, donde las mujeres comparten, se escuchan y dialogan, crecen juntas a través de la lectura en voz alta y el tejido.
"Les digo a las mujeres que se den la oportunidad de venir al espacio, que exploren sus capacidades y dejen atrás el temor, porque una puede hacer muchas cosas en la vida", concluye Gladys Gómez.


